Sin «letra muerta»

Marcelo Salinas | EN ÓRBITA >> El desarrollo sustentable por fin trasciende el mero concepto para convertirse, paulatina pero sólidamente, en un instrumento de política pública en Quintana Roo, más allá de modas y coyunturas.

Cuentan que la conferencia del gobernador Carlos Joaquín durante la Fitur, en España, fue la presentación internacional de esta política,reforzada poco después con la invitación abierta -aún vigente- a crear “entre todos” el Plan Maestro de Turismo Sustentable en la web de la Secretaría estatal de Turismo, el cual tomará como base la Agenda 2030 de Naciones Unidas.

Para situar en contexto: en octubre del año pasado el mandatario estatal firmó un acuerdo de alto nivel con ONU-Hábitat para alinear los programas y proyectos a los 17 objetivos orientados al desarrollo sustentable, la reducción de la pobreza y acortar las desigualdades.

El 17 de enero pasado se publicó la actualización del Plan Estatal de Desarrollo en el Periódico Oficial de Quintana Roo, dirigido a cumplir dichos objetivos, y por estas fechas actualizan la Ley de Planeación, que también deberá alinearse, y cuyo plazo no debe rebasar los primeros tres meses de este año.

Así, el Plan Maestro contempla equilibrar el desarrollo del centro y sur del estado con los destinos del norte, evidentemente más consolidados, y garantizar la prosperidad de la población, considerando lógicamente el progreso sostenible.

Para lo lograr lo anterior se debe poner orden al crecimiento poblacional, la inversión pública y privada, así como “homologar” la normativa local para evitar la sobredensificación o la construcción en áreas frágiles, por citar algunas ideas.

Pruebas de esa coherencia en desarrollo son el Plan de Ordenamiento Ecológico que integrará a municipios que no contaban con un instrumento integral, como Bacalar, Tulum, Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos; o la reciente reversión de las actas de Cabildo en Tulum, las cuales permitían el cambio de uso de suelo en mil 600 hectáreas.

Todo ello, debe entenderse, es una lógica imperante: proteger el patrimonio natural, eje central de la industria turística, que sirva para regular la explosión demográfica con restricciones a la urbanización, en tanto se da certidumbre a las inversiones. Desarrollo sustentable, pues.

Falta por regularizar, con mano firme, castigando abusos, revocando permisos o negando autorizaciones. Este salto cualitativo no puede quedar en letra muerta. No, en el nombre del progreso real.

(OPINIÓN PUBLICADA EN NOVEDADES Q.ROO)

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