Marcelo Salinas | En órbita >> El discurso referente a la “nueva normalidad” se ha posicionado en los ámbitos nacional e internacional. Ha sido tendencia en redes sociales, un modo infalible de medir el impacto de lo más comentado. En los medios tradicionales no está al margen.
En este espacio se deslizó la idea hace algunas semanas de lo que se venía tras esa expresión pronunciada por los portavoces de la Organización Mundial de la Salud, con una incógnita planteada: ¿Se trata de volver a la rutina o es una realidad diferenciada en formación?
Quienes están inmersos en la transición apuntan a grandes cambios, con transformaciones en casi todos los rubros, desde lo personal y familiar, hasta lo comunitario y mundial. Sería el inicio de una etapa que podría tardar años o incluso décadas en consolidarse.
La configuración de esa realidad parte, sin duda, desde lo personal. Según análisis recientes de médicos y psicólogos es urgente (más que antes) reducir el estrés, la ansiedad y la depresión; pero también el tabaquismo, el sobrepeso, la hipertensión y la diabetes, por citar algunos “males del siglo”. La prevención y el autocuidado, son clave.
A nivel colectivo, sugieren expertos, los hábitos de consumo y los estilos de vida “más conscientes” pueden determinar una mejor forma de organización social, o incidir al menos en maneras más aceptables de convivencia, con valores, ética y responsabilidad social como ejes centrales.
Es decir, una salud mental óptima debiera permitir organizarnos eficientemente. Y enfatizan otros: probablemente distantes, sin dejar de ser sociables, por aquello de una sana distancia prolongada o de un aislamiento vuelto costumbre.
Estas son “pinceladas” sobre la nueva normalidad que brindan expertos. En esta fase todos podrían aportar líneas de acción, escribiendo una historia diferente, quizá no tan ajena a la conocida en principio, aunque no igual como la conocíamos hasta hace unos meses. Lo descubriremos.
En lo anterior persiste una coincidencia general; por eso se habla de reelaborar pautas en movilidad, educación a distancia, teletrabajo, consultas con especialistas de manera remota. Y en turismo, el ramo estratégico para Quintana Roo, motor de su progreso, hablan ya de “modelos” y “paradigmas” en curso con respecto a las próximas formas de viajar, hospedarse o divertirse. Así, nada sería como antes.
Claro está: la nueva normalidad está en formación y aún no es un concepto asimilado.