Partidos velan armas

Marcelo Salinas | En órbita >> Los partidos políticos destapan las ollas de presión en Quintana Roo. Por estas semanas resuelven dirigencias, posibles alianzas y algunos perfiles hacia las elecciones de 2021. En la mayoría imperará la estrategia de largo plazo; es decir, el próximo año es un filtro, una aduana, porque el 2022 se disputará la gubernatura.
La situación de Morena es más conocida. El partido más ganador de los últimos años concita la atención por diversos motivos. Desde hace un tiempo prevalecen rencillas y rencores, formalizados en demandas alojadas tanto en tribunales electorales como de justicia ordinaria. En ese partido se enfrentan a demonios internos y externos.
En los próximos días se podría conocer los consensos, por ejemplo, a torno a la nueva dirigencia estatal, y suenan ya ciertos nombres para las diputaciones federales. Se espera una agitación interesante por todo lo que estará en juego.
En el PAN, desde el pasado lunes se presentó una consulta a la militancia para conocer su opinión sobre métodos para la selección de candidatos, alianzas, problemáticas en su municipio, entre otros temas. Su dirigente estatal, Faustino Uicab Alcocer, informó que dicho ejercicio será de gran relevancia para el diseño de la estrategia electoral con miras al proceso electoral. Es lógico.
Los demás debaten sus proyectos con tensa calma. Para el PRI, quizá el mayor reto será decidir bajo qué condiciones se sumaría a lo que llaman «bloque opositor»; el Verde, si permanece en una coalición de facto con Morena y PT; este último, aparece con nuevos bríos, presentando «nuevas contrataciones» como Perla Tun, y Movimiento Ciudadano a la expectativa, sin ser ajeno a lo que pasa con los grandes.
Todos, sin excepción, encaran desafíos únicos en una etapa extraordinaria, atípica como la actual, cuando la peor crisis ha desnudado incapacidades e insuficiencias en los múltiples ámbitos del quehacer gubernamental. La política es imprescindible; pero el discurso de la mayoría está desfasado. Deberán refrescar el mensaje, acercarse en serio a la ciudadanía, cumplir cueste lo que cueste y olvidarse de las promesas de siempre.
La gente está más desencantada que antes. Volver con lo mismo y en esta época les resultará difícil a dirigentes partidistas, mucho peor a los futuros candidatos. La apatía se entiende, pero la retórica añeja no.