Para México, mejores «puentes» de diálogo

La idea del Presidente Andrés Manuel López Obrador de eliminar los “puentes” por fechas históricas provocó diversas reacciones; una “ocurrencia”, como ha sido calificada, que sin embargo pudiera no concretarse debido a la postura de distintos actores, para quienes resulta impopular e improductiva desde ya.

Es que fue eso: un pensamiento lanzado en la mañanera sin demasiada forma, “para el siguiente ciclo escolar”. Como se sabe, su argumento es que fortalecería “la memoria histórica, el civismo, la ética y el humanismo”. No se conocen tantos detalles.

Cabe recordar que las motivaciones para crear los “megapeuntes” fueron dinamizar el sector turismo al prolongar los días de descanso; fomentar la actividad económica en rubros asociados a ese motor de desarrollo, y propiciar la convivencia familiar. Las tres siguen siendo sensatas y provechosas.

La misma Secretaría federal de Turismo confirmó que en el más reciente “puente” la derrama fue superior a los 4 mil millones de pesos gracias a que más de un millón 600 mil paseantes tuvieron la oportunidad de viajar por la república.

En un país con una expectativa de crecimiento escaso, es oxígeno puro. Y no debe olvidarse el recorte para la promoción turística oficial desde la federación, lo cual ha obligado a trabajar con recursos propios. Ni qué decir cómo perdería Quintana Roo, destino favorito para los connacionales en periodos de asueto.

Que se entienda bien: la crítica no puede desbordarse porque no ha terminado de cuajar. El presidente podría pedir investigaciones serias para determinar los costos y beneficios de la medida para definir con base en números reales. Este de la Sectur, por ejemplo, es un buen parámetro para desalentarlo.

Lo que no puede ignorarse es el propósito más profundo en torno al civismo y los valores patrios. De que hace falta robustecerlos, no cabe duda. Él mismo ha sido promotor de incluir materias afines en los planes de estudios de la Secretaría de Educación Pública. Visto de esa manera, convendría una estrategia completa, desde las aulas hasta los actos oficiales, para valorar en su justa dimensión la gran historia nacional.

Una de las posibles soluciones para sortear la violencia (sin duda, el principal desafío) es recuperar el tejido social; por lo mismo, sería una contradicción si acotan la convivencia y el descanso porque se trata de acercarnos a la paz social, al sano esparcimiento y la recreación.

La polémica se ha instalado. A estudiar pros y contras.

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