Marcelo Salinas | En Órbita >> En sesión privada, tal como se anticipó en esta opinión el lunes pasado, ayer fue elegido Víctor Vivas Vivas magistrado presidente del Tribunal Electoral de Quintana Roo (Teqroo) hasta diciembre de 2021, con el voto de la saliente, Nora Cerón González, y lógicamente el propio. La otra elegible, Claudia Carrillo Gasca, también votó por sí misma.
La era de Cerón González llegó a su fin, pero continuará como magistrada hasta fin de año, cuando concluirá su periodo. Con Vivas, cabe suponer, iniciará una nueva era el 1 de marzo cuando rendirá protesta formal, aunque ya fue presidente en el quinquenio del ex gobernador Roberto Borge Angulo.
Fue reelecto por el Senado, y en mayo de 2017 presionado para que renunciara en medio de un conflicto con la XV Legislatura que promovía un juicio político en contra de los tres magistrados, el cual no prosperó. Ese antecedente y otros inmersos en polémicas están frescos en la memoria política. Durante el proceso electoral pasado, fue cuestionado por sus interpretaciones.
Con ello encima, los desafíos son complejos. El más relevante es generar confianza en la ciudadanía. Es el principal para cualquier representante de un órgano judicial, sobre todo por la exigencia en que su desempeño se base en mejores prácticas de la administración de justicia, con apego a los principios y las normas que la rigen, y a los estándares éticos que una cultura constitucional exige.
La eficacia de una institución se mide no solamente por el número de asuntos que resuelve, sino también, y principalmente, por el grado de confianza que brinda en sus procedimientos y en la previsibilidad de sus resoluciones; en la certeza de su interpretación, y en la claridad de la argumentación.
También deberá contribuir en la difusión del conocimiento, la apertura al diálogo, la transparencia, la rendición de cuentas y en la claridad de su comunicación con la opinión pública, más aun con los grupos organizados de una sociedad cada vez más participativa en ciertos foros y temáticas.
En definitiva, Vivas y su gente deberán procurar la construcción de ciudadanía, algo que antes no hizo por motivos que él sabrá. Carrillo Gasca, quien representaba una opción fresca, sin ataduras, seguramente seguirá aportando desde su trinchera.
Dudan que sea una nueva era, por lo que Vivas deberá demostrar que sí lo es para legitimarse en un cargo susceptible a críticas constantes rumbo a las elecciones del 2021. Estará en el ojo del huracán.
Reyna sigue firme
Han vuelto al ataque. Quienes pretenden la silla grande del partido Morena en el Congreso local, alistan una contraofensiva en perjuicio de la líder indiscutible, Reyna Durán Ovando, coordinadora de la bancada y presidenta de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, aprovechando los cambios en la dirigencia nacional, dictados por la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuyas resoluciones son definitivas en la materia. Recordemos: esta semana, seis de los magistrados de lo que antes se conocía como el Trife validaron el congreso nacional extraordinario realizado el 26 de enero, con lo cual desplazan a Yeidckol Polevnsky como presidenta en funciones. Yeidckol y Reyna se han entendido bien.
Esa jugada en el máximo Tribunal, que ha sido criticada a rabiar durante las últimas horas, tendría efectos colaterales; entre ellos, que ciertos grupos ligados a Alfonso Ramírez Cuellar y Berta Luján controlen en los estados el proceso que debe continuar. Pero es un supuesto. Un borlote más. Nada de aquello se atestigua hoy con seriedad en Quintana Roo. El equipo que manda en el Congreso desde diciembre, y con mayor claridad en este segundo periodo ordinario de sesiones, está firme. Encabezado por Reyna, suma y sigue.
Se entiende que la efervescencia crezca: es demasiado el dinero y el poder, dicen puertas adentro. No obstante, lo que está en juego en 2021 y 2022 es mucho más, y como se sabe, el Congreso es la fábrica de candidatos naturales, pero sobre todo, un Poder real con facultades por probar aún en ese contexto electoral.
Lo mejor que le puede pasar no sólo a Morena, sino a la XVI Legislatura en su conjunto, es que siga todo como está para echar a andar, de una buena vez, las agendas legislativas de todas las fuerzas, en beneficio de la sociedad.
Más acuerdos, menos grillas.