No hay 24 sin 23

Marcelo Salinas | En órbita 👉🏾 Inicia el 2023, un año que será de intensa refriega política porque es la antesala del 2024, el de las grandes elecciones. El próximo año se disputarán la presidencia de la república, senadurías, diputaciones federales y gubernaturas; en Quintana Roo, los 11 ayuntamientos y nuevamente el Congreso. «No hay 24 sin 23» es una expresión que toma fuerza y que encierra precisamente el significado de los momentos con sus inevitables definiciones, que no son fáciles ni tersas.
Este año se conocerían los nombres de quienes competirán el siguiente. Hacia el último trimestre, estarían prácticamente confirmados para la boleta; aunque antes, cabe insistir, deben desarrollarse las negociaciones, cumplir méritos y hacer su lucha. Rostros que hoy se posicionan, podrían no quedar finalmente, y viceversa. El proceso deja soldados caídos.
Algunos factores que podrían condicionar dicho proceso son: la redistritación, con sus ajustes en las demarcaciones electorales; lo que Morena resuelva con sus «corcholatas«, pues indudablemente supeditará los planes locales, y el futuro de alianzas o coaliciones; es decir, si se mantienen o no, con previsibles alteraciones si una se rompe. La correlación de fuerzas en el estado podría sufrir otra configuración por el último aspecto señalado. De hecho, el movimiento en gobiernos locales comienza a cimbrar el modelo: Bacalar e Isla Mujeres son dos ejemplos. Lo que pase en Solidaridad será crucial para conocer el dibujo político-gubernamental de este año. A esperar los movimientos de sus primeras autoridades.
El «23 político» no surge de manera espontánea o por mero calendario, porque una parte de lo hecho por quienes aspiran, o supuestamente aspiran para ganar un espacio, lo vimos el recién pasado 2022. La meritocracia lleva su tiempo, se cocina a fuego lento. La llamada «debida recompensa» gana terreno en la actualidad, sobre todo en los grupos de mando. Ya sabremos con qué vara miden para elegir.
Por último, en este mismo 2023 se conocerá si se cumplió y en qué forma con el Tren Maya, el bulevar Colosio, el denominado aeropuerto de Tulum y el puente Nichupté, entre otras megaobras que han sido noticias el último tiempo. El seguimiento es de cerca. Mucho de aquello tiene, por supuesto, connotaciones políticas que impactarán hacia el 2024. Sacar raja es una práctica arraigada, para bien o para mal. Ello depende más de las formas que de los fondos.
Lo dicho: no hay 24 sin 23. Será un devenir interesante en Quintana Roo.

(OPINIÓN PUBLICADA EN NOVEDADES. LUNES 2 DE ENERO DE 2023).