Los errores se pagan

Marcelo Salinas | En órbita >> “Se hace lo que se puede, con lo que se tiene”. Es una frase común y compartida. En esta crisis cobra vigencia porque se hace y se hará solamente lo posible, lo que esté al alcance, ya sea en lo que respecta al control del virus, los apoyos o los planes de recuperación.
En este mes de publicaciones ininterrumpidas sobre la temática que nos ocupa en este espacio (la primera el 9 de marzo) se ha intentado exponer lo más destacado y lo que está en boga, con base en lo sugerido por especialistas y por quienes toman las decisiones. Todo en el ámbito de lo evidente, lo comprobable, aunque no hemos abordado una variable que pudiera estar presente: el error humano.
Por ejemplo, hemos planteado la necesidad de la organización hospitalaria como requisito para soportar una supuesta curva ascendente sin control. Dicha organización implica la reconversión de áreas, las medicinas a disposición, el personal capacitado y las camas suficientes.
Las autoridades de todos los niveles primero dijeron que estamos preparados, luego se supo que compran insumos en el extranjero y después que depende de la gente, como tirando la bolita. Pero también es verdad que depende de las restricciones que impongan a quienes les compete, o sea, las autoridades.
Si por esa escasa claridad se vuelve un caos lamentable, ¿de quién sería entonces la culpa? En la frase “hacer lo que se puede, con lo que se tiene”, cabe la información actualizada, la capacidad de monitoreo, los estudios realizados, la precisión tecnológica y los recursos de todo tipo. Y visto así, se pudiera cometer una cantidad indeterminada de errores y omisiones, no por dolo, sino por lo que se tiene a disposición, que puede ser poco, insuficiente, impreciso o inexacto, y pudiera explicar las confusiones y las contradicciones del momento ante un fenómeno, que dicho sea de paso, nadie en el mundo ha podido explicar con exactitud.
El error, pocas veces se considera en los análisis y puede estar allí, tan evidente como cualquier otro factor. Los servidores públicos, por supuesto, igual cometen errores, no siempre actúan conscientes, persiguiendo propósitos o respondiendo a una estrategia. Simplemente, pueden equivocarse.
Lo anterior no los exenta de responsabilidad, como tampoco a quienes ignoran las medidas sanitarias más básicas, exponiendo a terceras personas.
Una cadena de errores puede ser más letal que la inacción o la indiferencia. Cuidado con lo que se hace y deja de hacer.