Discursos sin alma

EN ÓRBITA|Marcelo Salinas 👉🏽 Escucharemos y leeremos discursos sin espíritu por estas fechas debido a los informes, las réplicas y los compromisos por el contexto político-electoral. De todo junto. Comenzaron ayer en Chetumal, donde entre lo más comentado, fue acerca de las tibias intervenciones de diputadas y diputados.
El del gobernador Carlos Joaquín fue realista. Hemos puesto atención a sus palabras durante los últimos meses y era previsible el tono. Más que de la crisis, la gente quería escuchar ahora la confirmación de proyectos, y la hubo. El recuento no es corto.
Pero la mayoría de las respuestas fueron titubeantes y extraviadas, de cero ideas, sin mea culpa ni compromiso real en un momento histórico.
Ahí estuvo el de la morenista Tepy Gutiérrez, coordinadora de su bancada, y de quien se esperaba más por lo que supuestamente encarna la «cuarta transformación». Fue sin alma.
Seguirán los municipales en los próximos días. A juzgar por declaraciones previas, es probable que redundarán en el lamento por la pandemia, el recorte presupuestal, la reducción de las participaciones o el escaso compromiso de ciertos sectores productivos en los peores meses e incluso en la presente fase de reactivación.
Salvo excepciones, que sin duda las habrá, serán discursos sin espíritu y no solamente de las autoridades, sino de quienes deben ejercer un contrapeso político responsable, aunque también de aquellos actores que deberían generar ideas, como los académicos. Igual los inversionistas, generadores de empleos por definición, tendrían mucho que aportar al clima más deseado: de ánimo.
Hoy se requiere participación activa en la búsqueda de soluciones. Faltan más ideas claras, innovación y madurez para encarar la pospandemia. La recuperación será lenta y difícil, pero no imposible. Más conciliación, consenso, propuestas y trabajo en equipo, no quejas sin soluciones ni boicot por ambiciones personales o grupales.
Un discurso con alma repasaría el momento por obvias razones, pero entregaría esperanza fundada en acciones e ideas concretas para salir lo más pronto del mal paso. Para ello se requiere altura de miras, buenas relaciones, y ello no podrán hacerlo todos, porque las tentaciones son demasiadas rumbo al mayor proceso electoral de la historia.
El riesgo hoy es privilegiar la demagogia, la retórica, la promesa y el miedo al otro. Por el contrario, la búsqueda incesante del bien común, con parámetros medibles, es buen soporte de un discurso con alma.

(OPINIÓN PUBLICADA EN NOVEDADES. MIÉRCOLES 9 DE SEPTIEMBRE, 2020).