Desastre financiero

Marcelo Salinas|En órbita 👉🏾 Es obligado el análisis sobre la situación en los 11 municipios de Quintana Roo, durante estos primeros días de nuevos gobiernos. El tema financiero se impone por la crisis padecida en el último año y medio: la pandemia condicionó el despliegue de las autoridades en diversos ámbitos, aunque ello no justifica, bajo ningún concepto, la deuda que ahora denuncian quienes entraron en funciones. Deudas y supuestos desvíos, para precisar.
No son pocos «los quebrados». Al menos en la mitad se han presentado serias dificultades económicas, según lo declarado ya por las autoridades entrantes, que no tardaron en hablar de bancarrota. Las acusaciones van desde Isla Mujeres hasta Othón P. Blanco, pasando por la Zona Maya, con Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos dando la nota negativa. Es impresentable. Se trata de una danza de varios millones de pesos que bien pudieron servir para atender la emergencia, generar empleos, ayudar a emprendedores o mantener las planillas laborales para mitigar los despidos provocados por los coletazos de la pandemia.
Habla muy mal de quienes se fueron. Pero también se podría hablar mal, en pocas semanas, de quienes llegaron, si es que no logran probar sus dichos. Por ello mismo deberán esclarecer los hechos acusados ante la prensa, integrar carpetas, mostrar pruebas y dar seguimiento al proceso ante quien corresponda. Tienen poco menos de 60 días, y contando, para realizar observaciones tras la auditoría de rigor.
En algunos casos, como Isla Mujeres y Carrillo Puerto, se habla de más de 100 millones de pesos en deuda heredada, lo cual acorrala a cualquier gobierno con ánimo de cambios profundos. Deberán ingeniárselas, solicitar más préstamos o nadar de a muertito por dicha condición. Las opciones no son muchas cuando el erario no aguanta. Ingeniárselas se refiere a buscar alternativas de inversión que detonen la derrama y los empleos, o apostar al turismo que aparentemente está en su mejor momento.
Es lamentable para quienes poco o nada conseguirán en tiempos turbulentos e igualmente supeditados a las elecciones del próximo año, porque cualquier intento infructuoso será criticado por la oposición y probablemente castigado por la ciudadanía en las urnas. O es todo o es nada.
Ya veremos qué demuestran los entrantes y cómo se soluciona lo que exhiben como un desastre financiero. Lo único claro es que la ciudadanía no admite ya fácilmente solapamientos ni arreglos ni impunidad. Ya no es época, se supone, de «perdonazos».

(OPINIÓN PUBLICADA EN NOVEDADES. VIERNES 8 DE OCTUBRE DE 2021).