Regreso a clases

Marcelo Salinas|En órbita 👉🏾 El retorno voluntario a clases presenciales para el ciclo iniciado el lunes ha generado polémicas desde su anuncio: que si la carta firmada por padres, que si los planteles fueron adaptados o no, que si el “peak” de la tercera ola, o si la variante Delta está en su máxima propagación. Todas las posturas, a favor y en contra, son válidas. Se trata de un tema especial, porque considera no solo la voluntad de las partes, también necesidades y otras dinámicas que propician la toma de decisión, como las del ámbito laboral. Cada familia tiene rutinas distintas y, por lo mismo, no se puede generalizar.
Quizá el dato que refleja el dilema es el siguiente: Sergio Acosta Manzanero, presidente de la Asociación de Padres de Familia de Quintana Roo, asegura que un 40 por ciento quiere enviar a sus hijos a las aulas, aunque sus escuelas aún no estén en condiciones. Hay un porcentaje aún indeterminado de indecisos, y otro alto, similar al primero, que no está a favor. Parejo en números, lo cual evidencia la complejidad referida.
Otro: únicamente 41 planteles públicos de nivel básico reanudaron clases de forma presencial en Quintana Roo. Ana Vázquez Jiménez, la secretaria de Educación en el estado, sostuvo que en total fueron 341 que se reportaron en condiciones de volver; o sea, 300 privadas y las 41 públicas ya mencionadas. Negocio es negocio, criticaban en redes. La disparidad entre públicas y privadas denota igualmente posturas y necesidades.
Benito Juárez y Othón P. Blanco fueron los municipios con mayor índice en el regreso presencial, que en todo caso será gradual y sin límite para decidir. En Benito Juárez se concentra la mayor cantidad de población y en el municipio capitalino la tendencia del virus ha sido muy volátil. Reportes recientes han advertido de casos de niños contagiados en la capital Chetumal y sus alrededores. La preocupación es seria en ese ítem por el contexto.
La experiencia internacional marca que no basta la voluntad ni las necesidades. Países latinoamericanos han avanzado con la vacunación en adolescentes (desde los 12 años y evalúan la situación para menores de esa edad), pero México no tiene un plan para tal segmento población. Sin vacuna ni plan, con picos de contagios y una variante agresiva al acecho, el gran dilema se explica solo.
El retorno debe ser ordenado y seguro, y probablemente algunas escuelas ya cumplen las condiciones para recibir sin problemas a su alumnado. La salud siempre es primero.

(OPINIÓN PUBLICADA EN NOVEDADES. MIÉRCOLES 1 DE SEPTIEMBRE DE 2021).