Reclamos y errores

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Marcelo Salinas|En órbita >> No se puede ser extremista y condenar o aplaudir a rabiar, según el caso, una acción del gobierno federal relacionada con la pandemia. En las últimas horas ha quedado nuevamente en evidencia la polarización de la sociedad entre simpatizantes de la 4T (o únicamente lopezobradoristas, que no es lo mismo ni es igual), y sus detractores, que parecieran multiplicarse dado el contexto.
Es justo el reclamo de los gobernadores -principalmente del PAN- sobre un nuevo pacto fiscal. Es urgente revisarlo debido a las circunstancias del futuro próximo, sugieren los expertos. Pero no se acota a esa temática: las quejas están relacionadas con el conteo de contagios y otras, desde Quintana Roo hasta Jalisco y Baja California.
Aunque cometen errores quienes exponen esos reclamos, como un reconocido conductor de una televisora nacional cuando invita: “Ya no le hagan caso a López-Gatell”, el subsecretario de Salud, experto en la materia y vocero oficial desde el inicio de la contingencia.
Lo que sucede en redes pudiera ya conocerlo: una carnicería orquestada contra el comunicador que, sin embargo, encuentra una respuesta más irracional de quienes pretenden justificar el irresponsable llamado a millones de televidentes.
También el reclamo sobre insuficientes equipos, insumos y medicamentos, por supuesto que tiene toda validez. Es un asunto vital. No obstante, encargados de áreas hospitalarias desmienten inclusive a rostros de televisión, actores y deportistas, con aceptable dosis de credibilidad, lo cual motiva pensar en una campaña de desinformación, por no decir de terror, dada la coyuntura. El saldo: otra vez la polarización entre defensores a ultranza del régimen y sus críticos.
El país no está para eso. No aguantará. El debate, la confrontación de ideas y la denuncia no deben faltar en esta época, menos con dichas condiciones “de vida o muerte”. Lo que se lamenta es el extravío de la discusión productiva que genera la exhibición de las problemáticas y, por lo tanto, su posible solución. En el fondo, es una culpa compartida entre ambos bandos al dar prioridad a las polémicas que parecieran distractores.
Indudablemente se desvía la atención de lo realmente importante por dar espacio y tiempo a lo accesorio, muchas veces irrelevante y otras veces hasta ridículo. En ambos sectores asoman la cabeza artífices de estos altercados que no pocos califican “prefabricados”.
Más que nunca se requiere trabajar en equipo y unidad. Por el país.