Oficialismo en aprietos

Marcelo Salinas|En órbita 👉🏾 Con miras hacia el 2022, debe reconocerse que el oficialismo estatal pasa por momentos complejos y definitorios, lo cual por sí solo determina parte de la ruta electoral. De que beneficia a Morena, no hay duda, pero es otra arista por analizar. La alianza que llevó al poder a Carlos Joaquín en 2016 está sujeta con alfileres debido a las derrotas de 2018 y del pasado 6 de junio, y porque es inestable la relación entre los partidos que la conforman.
Tiene que ver con diversos motivos: el gobernador no fue el «gran elector» en junio, cuando Morena y sus aliados ganaron la mayoría de los cargos en disputa. Su comportamiento fue muy distante, por ejemplo, de lo que vimos en las administraciones del PRI, cuando la injerencia era evidente, con abusos y excesos. Lo ha destacado el presidente López Obrador, quien nunca ha tenido empacho en criticar la manipulación de terceros.
Dicha actitud marcó el pasado, pero también es una línea discursiva hacia el futuro. Y lo ha dicho: volverá a la vida privada tras terminar su gobierno. Ello deja sueltos a los partidos aglutinados ahora con debilidad e incertidumbre. En ese contexto se da el titubeo del PRI, con una crisis que arrastra hace tiempo, y que lo acerca al entorno de la 4T, cada vez más alejado de la agenda común con sus todavía aliados. El PRD Quintana Roo ya permite a ciertas figuras levantar la mano rumbo al 2022, apurando, acorralando a un PAN carente de perfiles que concentren la atención, consoliden los acuerdos y acumulen los apoyos.
El papel de la senadora Mayuli Martínez, coordinadora de la alianza en el reciente proceso, fue decepcionante para muchos sectores del oficialismo. A ella proyectan, y algunos seguirán proyectando como carta para el 2022, aunque la derrota pesa. Con ese panorama, al oficialismo, no solamente al gobierno del estado, le incumbe configurar un bloque antiMorena, sin perder tiempo. Resta un año, y la tarea se ve titánica, sobre todo porque no se ven personajes que articulen con eficacia dicha misión. Ella no debiera ser. ¿Quién más? Pregunta sin respuesta fácil.
El futuro es incierto para una alianza derrotada, titubeante y sin coordinaciones sólidas. Veremos nuevos pactos, porque se instala de a poco la idea de ampliar la sociedad hacia partidos que parecen franquicias familiares o «pirateando» figuras ajenas, aunque con potencial para competirle a la 4T, donde no se cruzan de brazos y atraen a más protagonistas por los planes trazados, incluso ya, hacia el 2024.