Marcelo Salinas | En órbita >> En círculos médicos y en lo que han llamado “primera línea” temen más casos positivos en Quintana Roo. Algunos ya son catalogados “sospechosos”, en espera de los resultados de laboratorio. Advierten un rebrote parcial; es decir, no tan intenso por ahora. Se comprobará. Por supuesto, un escenario indeseable.
El posible aumento se debería a la movilidad registrada incluso antes del 1 de junio, cuando comenzó la “nueva normalidad” y con ésta la autorización para el relanzamiento de sectores determinados, rumbo a la reactivación general planeada desde la semana que viene. Si es que las condiciones lo permiten, cabe subrayar.
De confirmarse, se podría deber a un exceso de confianza, confusión y relajamiento; es decir, la combinación que se quiso evitar. En México, ha rectificado nuevamente el doctor Hugo López-Gatell, “la epidemia está en su máximo nivel”.
Lo que admite no se entiende en el fondo: fue dejar a los estados el manejo casi exclusivo en la peor etapa, tras haber mandado hasta en las disposiciones más esenciales. Fue criticado por su control excesivo en las tres fases, pero soltó dicho monopolio cuando más se requería una cabeza que asumiera la total responsabilidad administrativa, con los costos políticos inherentes. Así lo interpretan en el ámbito nacional.
Quienes tomaron la batuta, o sea los gobernadores y sus equipos, han acusado información incompleta, imprecisa, tardía o tergiversada; falta de equipo e insumos; recursos económicos insuficientes, entre otros señalamientos. No puede ignorarse.
En ese contexto se sienten desfasados los avisos “quédate en casa si es posible” y “no salgas si no te toca”, porque las medidas más elementales parecen haber quedado atrás. Junto con eso lanzan un recordatorio inquietante: se suspenderá la reapertura si hay rebrotes.
Pero el reinicio gradual en marcha, condicionado como es, no ha sido entendido o acatado por quienes necesitan generar dinero o buscan desesperadamente el sustento. Y ello puede entenderse, aunque no todos lo compartan.
Esas ambigüedades y disonancias son las que han provocado el panorama actual de incertidumbre. De miedo. Regresar a las restricciones, a la vulnerabilidad más alta, al encierro y a la postergación de las metas, frustra a una mayoría; sobre todo, a quienes comandan los esfuerzos. También a las familias que han esperado ansiosa y respetuosamente la oportunidad, así como a los que han invertido buscando réditos.
La vida está primero. Lo han repetido y no podemos olvidarlo.