Mal signo en el sur

Marcelo Salinas|En órbita 👉🏾 Están por concluir las administraciones municipales. Es su último suspiro. Queda menos de un mes para que asuman las autoridades ganadoras del 6 de junio, y la tensión aumenta. Por obvias razones, el interés lo concita Benito Juárez, por su presidenta reelecta y proyectada al 2022. También Othón P. Blanco, por tratarse de la capital, y para muchos críticos, la peor de todas en Quintana Roo. La expectativa era demasiada y hoy está en el piso, desfondada. Ya ni de Solidaridad se habla tanto como de la capital, y eso que el conflicto postelectoral fue mayúsculo en la capital de la Riviera Maya.
Veamos al sur. Pareciera que en Chetumal todo es caos: basura, pavimentación en ruinas, iluminación deficiente, inseguridad, contagios por Covid en alza, y un largo etcétera. Se debe, principalmente, a un gobierno incapaz de responder. La pandemia, los rezagos heredados, el lastre de tantas administraciones, la poca recaudación y la falta de voluntad de un presidente municipal en el fondo de la tabla de aprobación -según diversas encuestas-, son parte de las causas esgrimidas. «Pobre Chetumal», se escucha y lee con frecuencia.
El paro de los trabajadores municipales ha sido un problema de tantos a la vista, que ahora avivó otros a veces olvidados en las redes, que sin embargo sus habitantes padecen todos los días. Sería fácil culpar a Otoniel Segovia de todo, pero no ha sido el único irresponsable. La piedra cae lejos hacia atrás.
En ese complejo contexto asumirá la todavía presidenta electa Yensunni Martínez, quien además tiene advertencias de boicot de un grupo que no aporta pero sí estorba: el de Luis Gamero, aliado de Otoniel y de Marybel Villegas, y artífice de muchas acciones cuestionables del gobierno en su periodo de secretario particular; por lo tanto, responsable del caos actual.
Entre ayer y hoy pudo haber una salida más expedita a la crisis de los empleados, un simple arreglo sujeto con alfileres, no definitivo. Pero las demás problemáticas seguirán allí, esperando indefinidamente la atención y la voluntad de un puñado de burócratas.
Por estos días el presidente piensa en cuidar su espalda y cuenta los días para dejar el suplicio del asedio. Merecido o no, es la primera autoridad, que debe dar respuestas y no evasivas, soluciones y no pretextos.
La gente en Chetumal ya pasó de la desilusión al enojo. Mal presagio para quienes siguen porque les toca enfrentar desde ya el caos, el desencanto, el sabotaje y el enojo.

(OPINIÓN PUBLICADA EN NOVEDADES. VIERNES 3 DE SEPTIEMBRE DE 2021).