Levantemos la guardia

Marcelo Salinas | En órbita >> Las cifras de coronavirus inquietan nuevamente en Quintana Roo. Ya está reconocido. Los números de las jornadas recientes plantean la incógnita sobre cómo avanzar hacia la recuperación más sólida para evitar no solamente el retorno al confinamiento, sino también a un hipotético colapso del sistema hospitalario si las estadísticas negativas se mantienen.
Los activos en Chetumal, por ejemplo, ponen a temblar a los sectores público y privado, e indudablemente a la sociedad que resiente los efectos de las restricciones, principalmente por la vocación de la capital. Y es que no terminan de volver cuando la amenaza del aislamiento forzoso recobra validez. Lamentable pero cierto.
No solo se trata de Othón P. Blanco, también de Benito Juárez y Solidaridad, donde el panorama no es mejor. Ante tales escenarios, y cuando el deseo es no retroceder, la pregunta del millón es: ¿Cómo levantar las limitaciones si es extremadamente delicado?
El equilibrio al que las autoridades estatales hacen referencia, es frágil. En todo el mundo es así, como lo han demostrado países (Estados Unidos es un ejemplo) que han visto cómo los casos vuelven a aumentar cuando se descuidan. Si la tendencia se consolida en el estado, perderíamos lo avanzado en estas semanas de cuarentenas y eventualmente tendríamos que regresar a una etapa similar; es decir, de prohibiciones, cancelaciones y medidas urgentes.
La transición debe desarrollarse fortaleciendo la campaña de información y datos, explicando con lenguaje sencillo todas las acciones de cuidado, incluidos los peligros. Y con una fiscalización eficiente, como eje central.
Es empezar desde cero. Desgraciadamente, un sector de la sociedad no captó el mensaje, otro lo ignoró o minimizó, a uno más llegó tardíamente, y no faltó el que desacató conociendo inclusive las consecuencias, que son fatales. Es el esquema “prueba y error”, analizado en entregas anteriores.
Hemos visto cómo en países desarrollados desobedecen la obligación de usar cubreboca, por mencionar lo básico. Por lo mismo, la supervisión debe aplicarse sin reparo ni demora. Es la obligación de los gobiernos, e igualmente de los privados, quienes han presionado por reanudar actividades; a veces, cabe advertir, sin los cuidados suficientes en centros de trabajo. Está comprobada su dejadez.
Son horas cruciales. Otra vez: de vida o muerte. Si algo debe levantarse es la guardia, no las restricciones.

(Opinión publicada en Novedades. Cancún, Q.Roo, 30 de junio de 2020)