Marcelo Salinas | En órbita >> Estamos ante las cifras más dramáticas desde el registro. Ayer Quintana Roo sumó 23 defunciones al global, cifrado ya en 144; de esas, 106 corresponden a Benito Juárez. Se sabía que por estas fechas veríamos lo peor.
Mientras tanto, siguen los preparativos para el retorno planeado para principios de junio, que deberá ser gradual, selectivo, responsable, siempre y cuando las condiciones lo permitan. Así lo han proyectado.
El retorno implicará una “nueva realidad”, un concepto empleado por representantes de la Organización Mundial de la Salud para referirse a la transición; es decir, al proceso del aislamiento al desconfinamiento, con todo lo que implica en asuntos sobre salud pública, movilidad, seguridad, comercio y otros.
Desde el inicio los expertos han advertido que las relaciones humanas, la concepción de la naturaleza e incluso el orden mundial, serán distintos tras la pandemia. Ha sido un apunte frecuente en las colaboraciones para este diario. Y probablemente así sea.
Pues bien, nos acercamos a esa etapa. Por ahora, desgraciadamente seguiremos contando defunciones y positivos, como se comprueba en las primeras líneas, aunque en los planes de retorno y de recuperación esa expresión en torno a la nueva realidad no debiera estar exenta del debate entre quienes toman las decisiones.
Sin duda alguna, cambiarán los protocolos en viajes, hospedaje y entretenimiento en lo relacionado con el turismo, la principal fuente de ingresos del estado, prioridad en los análisis. Algo han anticipado los turisteros al respecto.
En otras temáticas se reelaborarían pautas y directrices para responder a lo que supone esa nueva realidad. No cabe duda, porque el desafío, al ser de amplio espectro, significará un esfuerzo mayúsculo.
Además, los efectos no pueden minimizarse ni desconocerse, y estos van desde la afectación económica sin precedente, a un posible comportamiento diferenciado por el aislamiento, el estrés, la ansiedad, la incertidumbre y la depresión, en un número indeterminado aún debido a las circunstancias.
Aquellos son los otros efectos de los que hablan psicólogos, psiquiatras, dermatólogos, docentes, antropólogos sociales y sociólogos, los cuales trascienden por charlas, artículos o publicaciones en redes sociales.
Ya falta menos. Acaso es la buena noticia. Con cada jornada nos acercamos al final, que será el arranque de una gran misión para “normalizar” la vida rutinaria de antes, o adecuarse a una desconocida, apenas en formación.