Marcelo Salinas | En órbita >> Ha generado ruido la polémica barda levantada en un predio junto a Playa Delfines donde se construiría un hotel. No se trata de la playa pública, sino de tres predios fusionados en uno por quien los compró en 2004. Es más, entre ese y Delfines se sitúa otro de Fonatur, que ojalá no corra la misma suerte en el futuro.
Son 16 años de un proceso con litigio incluido. Hasta ahora el grupo hotelero ostenta permisos y licencias vigentes para construir. Momentáneamente está detenida la obra; sin embargo, pareciera que todo está sustentado para proseguir, de no ser cancelado por algún mandato superior definitivo.
En la coyuntura, las autoridades municipales encabezadas por la presidenta Mara Lezama han aclarado que su gobierno no lo vendió, no otorgó la licencia de construcción, no es su facultad resolver juicios administrativos ni es su competencia expedir la Manifestación de Impacto Ambiental, que ya tiene.
Pero investigan. Los regidores y demás funcionarios establecieron una mesa de análisis y hoy arrojarían las primeras conclusiones sobre lo que procedería, en el marco de sus atribuciones, si es jurídicamente factible.
Lo interesante es la propuesta surgida en ese mismo contexto acerca de cómo blindar los más de 6 mil 300 metros de Playa Delfines, o El Mirador como se le conoce popularmente: proponer que sea declarado Patrimonio de la Humanidad; una idea, adelantó Mara Lezama, que contaría con el respaldo del gobierno federal.
Seguramente contaremos también con el respaldo de la ciudadanía, publicó en sus redes sociales Anahí González, regidora presidenta de la Comisión de Turismo, Ecología y Medio Ambiente, integrante de dicha mesa, y reconocida por las gestiones que lograron la recuperación de Tajamar y de otras causas afines.
Llevaría un tiempo, un proceso, antes de que la ONU, a través de la Unesco, pudiera determinar su viabilidad. Pero sería un paso firme en busca de proteger la duna, los diversos ecosistemas y la belleza del lugar. Por lo tanto, de consumarse, sería una acción ejemplar, en beneficio de la gran ventana al mar.
A nadie, o a pocos, gusta la barda cercana al balneario público, aunque si está legalmente sustentado el caso, sería difícil revertir. Lo importante es la revisión en curso, la transparencia, la rendición de cuentas y el compromiso por cuidar los arenales en una zona hotelera sobredensificada.
Esperemos las declaraciones y, sobre todo, los hechos concretos.