Finanzas saludables

Marcelo Salinas | En órbita >> Así pinta el panorama en la incipiente etapa de recuperación económica de Quintana Roo: “La situación sanitaria del Covid-19 ha ocasionado una reducción en la recaudación del Estado, de enero a junio ha disminuido un 34%, lo que conlleva a dejar de percibir mil 300 millones de pesos, siendo el Impuesto al hospedaje y nómina son los que han presentado mayor reducción”.
El dato duro lo dio con esa frase textual Yohanet Torres Muñoz, titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan), en una reciente conferencia de prensa junto con Carlos Orvañanos Rea, coordinador general de Comunicación, al anunciar el Plan de Austeridad Gubernamental, la nueva estrategia de ahorro de la administración de Carlos Joaquín González, cuya primera instrucción fue solicitar a todos los entes públicos un ahorro de 25.5% de las partidas consideradas irreducibles, como papelería, combustible, viáticos, pasajes, entre otras.
Era previsible. El gobernador ha deslizado ideas de tal naturaleza durante toda la contingencia, por lo que ahora se crea un marco conceptual para actuar; para mitigar los efectos de una crisis que no es ignorada por las autoridades ni desconocida por la sociedad: despidos masivos, cierre de hoteles, quiebra de empresas, caída de los indicadores turísticos a niveles nunca vistos, y más. Es la peor en la historia de un estado que ha sido referente en empleos, bonanza, progreso y crecimiento.
Es el principio. Es alta la probabilidad de que se genere un efecto dominó, ya que la contracción del mercado es real, en perjuicio de los privados, y los municipios también la sufren por la baja recaudación. Por lógica, se apretarán las tuercas en cascada. No tardarán en conocerse anuncios de los ayuntamientos en esa misma línea, porque apretarse el cinturón es una medida efectiva y no impopular en la antesala de procesos definitorios.
Las otras son impracticables en una coyuntura delicada, como subir impuestos o endeudarse hasta la coronilla
para paliar los altibajos. Se puede reducir el gasto público o canalizar diferente el presupuesto, aunque la austeridad llegó para quedarse. Guste o no, dejó de ser el eslogan de un solo gobierno, o de un movimiento, para convertirse en un eje transversal de política pública, sin color partidista.
El buen manejo de las finanzas, la reorganización administrativa y el refinanciamiento, respaldan las operaciones en curso para la etapa pospandemia y lo que resta de su gobierno.