Marcelo Salinas|En órbita 👉🏾 El debate debiera centrarse más en el fondo que en la forma: los escándalos ocurridos en las instalaciones del Congreso es un asunto menor comparado con lo que pudiese derivar de la falta de diálogo entre los grupos que defienden y critican, respectivamente, la despenalización del aborto. Los foros deberán complementarse con otros espacios de reflexión y debate para evitar la discrepancia inútil por tratarse de una temática importantísima.
Ya se sabe que después de 70 y tantos días el movimiento feminista evaluó el miércoles salir de la sede oficial del Poder Legislativo (aunque supeditan su decisión final a un dictamen), y tras lo cual hubo un zafarrancho por personas que las increparon. No fue la única vez que las mujeres fueron encaradas por otros movimientos que, según dijeron, defienden la vida; de hecho, anunciaron «caravanas provida» en Cancún, Chetumal, Playa del Carmen y Cozumel. Es decir, no ha prosperado el diálogo ante la confrontación imperante.
Falta política. El ejercicio de la política y la gestión pudieron haber facilitado la conversación entre los sectores que chocan en ese asunto de la despenalización, pero no hay. Más allá de las responsabilidades administrativas de dicho Poder del Estado, nadie fue capaz de acercar a las partes para fomentar el entendimiento, porque los intereses electorales se sobreponen debido al contexto. Además de desgastante, no rinde frutos políticos favorecer a uno, en perjuicio de otro.
Pero es su responsabilidad. Pese a ello, tienen la oportunidad (más allá del Legislativo) de multiplicar los espacios que buscan consensos y privilegiar el respeto. La despenalización del aborto es un tema delicado, sensible, que desune a diversos sectores, pero ello no significa que el diálogo está perdido ni es infructuoso propiciar la comprensión de las posturas.
Ni el aborto, ni la legítima defensa, ni tantas otras propuestas deben ser tapadas (ni menos discutidas en secreto) por que incitan la polémica; por el contrario, es allí, en esa tribuna, donde debiesen ser desahogados los tópicos de interés público aun cuando sean complicados de tratar. Lo lamentable es que se ignore o intente callar a los inconformes. Lo condenable es prometer y después incumplir, intentando culparlas de actitudes extremas, indiscretas o intolerantes, como se acusó a las feministas.
Los dos grupos pueden tener razón, en poco o mucho, es cuestión de opinión. Cada uno defiende sus argumentos. Lo importante es exponerlos, recibiendo respuestas y respeto. No avanzamos como sociedad si se recurre a la descalificación.
(OPINIÓN PUBLICADA EN NOVEDADES. VIERNES 12 DE FEBRERO DE 2021).