Marcelo Salinas | En órbita 👉🏾 La situación del PRD es complicada. Tras la confirmación de quienes ya van por las plurinominales, la salida de Julián Ricalde y las acusaciones de corrupción por parte de la consejera nacional Haidé Saldaña -quien además advierte violencia política-, nadie duda llamarle «crisis». Algo parecido se ve en el PAN, su aliado, aunque disimulan allí mejor los quiebres. No la pasan bien los socios.
Las complicaciones tanto del PAN como del PRD, con sus respectivos candidatas y candidatos, no admite demasiados análisis y casi todos coinciden en que el momento es penoso. Sobre Confianza por Quintana Roo, el otro coaligado, poco se sabe. Los dos primeros están en caída libre y se prevé un choque estrepitoso hacia el 5 de junio, fecha de la elección.
Para empezar, tuvieron que recurrir a Laura Fernández para ser candidata a la gubernatura. Hasta hace pocas semanas la ex presidenta municipal de Puerto Morelos pertenecía a la 4T. Su llegada desplazó a un auténtico grupo panista, con la inevitable modificación en la correlación de fuerzas internas. Para muchos, provenir del Verde, un aliado firme de Morena, le acota el margen para elaborar un discurso convincente contra el puntero de las encuestas.
Después siguieron los nombres para los distritos. En el 5 va una fundadora de Morena y dos o tres más medianamente conocidos en otras demarcaciones. Fincan sus esperanzas en los distritos 8 y 10 de Bonfil y Puerto Morelos, y Playa del Carmen respectivamente, aunque parten en desventaja. Y pare de contar. Se ven débiles a pocas semanas de iniciar las campañas.
El PRD está peor. Fiel reflejo del caos es la salida de Ricalde Magaña y otros referentes. Es más: durante semanas se habló de que el dirigente Leobardo Rojas saltaría del barco, aunque su hermana Marcela Rojas ya en la segunda pluri, habría calmado las tentaciones de un líder cuestionado por otros grupos internos. Entre lo cómico y lo dramático se ha movido la serie perredista.
Las explicaciones son todavía más sorprendentes: que el gobernador no dio órdenes ni se metió en la interna, que faltó vida propia, que pocos se atrevieron a desafiar la aplanadora de la 4T, que la salida del PRI de la alianza los descolocó, y otros pretextos con gusto a poco. Lo cierto es que admiten el caos a regañadientes y mostrando una tambaleante cohesión.
Hace pocos días nos cuestionábamos si era una crisis. Ya no cabe duda. ¿Cuán grave es? El 5 de junio sabremos si lograron superarla o conoceremos su verdadero tamaño. Al interior esperan que pase de todo, incluida la protesta «brazos caídos» en campaña.