Marcelo Salinas | En órbita 👉🏾 En una decisión inesperada, con visos polémicos, el Tribunal Electoral de Quintana Roo (Teqroo) votó ayer devolver el registro al partido político local MAS, una situación que reabre el debate sobre el dichoso “3% de la votación”.
La ley establece que dicho porcentaje se debe computar en la elección inmediata anterior para la gubernatura o las diputaciones; así, el Teqroo fijó su mirada en la de 2022, cuando ese partido (con un nombre similar) obtuvo cerca de un 8%, y no en la de este año, cuando no alcanzó el porcentaje mágico.
El hecho podría ser revisado en instancias superiores, o quizá ninguno lo impugne como “tercer interesado”. Lo cierto es que, de consumarse lo aprobado por el Tribunal local, el ganador sería nuevamente José “Pepe” Monroy, el líder del partido; porque además, cabe recordar, fue creado otro partido local, Redes Sociales Progresistas, con parte de la base del MAS, dirigido por la exdiputada Diana Laura Nava Verdejo, pareja de “Pepe”. Redes ya tiene presupuesto asignado para 2025.
Se ha planteado antes en este espacio de opinión: “desaparecer” como partido, renacer casi al instante, recibir dinero público y apostar al olvido de una mala campaña, parece un modo de operar efectivo. Ha pasado ya con otros.
La ciudadanía decide en las urnas cuáles partidos quedan y cuáles se van. El voto es premio y castigo, pero la ley, con sus vacíos o su flexibilidad, permite estos asuntos que le cuesta entender al votante promedio.
Por cierto, el PRD no tuvo el mismo trato de los magistrados electorales. Igual que en el caso del MAS: tampoco se recuerda su “aporte democrático” en el pasado proceso.
Si no se modifica, veremos qué le depara el 2027 de los grandes comicios en el estado.
DESORBITADO
El PAN Quintana Roo se encamina a su sesión del 1 de diciembre para ratificar a Reyna Tamayo, mediante el Consejo Estatal, como dirigente reelecta. Quienes aspiraron competir no cumplieron los requisitos establecidos, por lo tanto, es la única con posibilidades reales. Tiene vía libre. Además, es apoyada por la nueva dirigencia nacional de Jorge Romero.
Tras el proceso electivo interno las opciones son dos: depuración a fondo para provocar la salida de rebeldes (o aumentar las expulsiones) y la llamada “operación cicatriz” para sanar heridas. Desde el interior ven más factible lo primero.
(OPINIÓN PUBLICADA EN NOVEDADES.
MIÉRCOLES 20 DE NOVIEMBRE DE 2024).