No es un juego

Marcelo Salinas | En órbita 👉🏾 El clima vuelve a desafiar. Nada nuevo bajo el sol en estas fechas para quienes viven en Quintana Roo, siempre expuesto, debido a su ubicación geográfica, a los fenómenos hidrometeorológicos como el de horas recientes. Hoy es el recuento de su paso cercano. Ya se sabe la secuencia, prevalece y se presume una amplia cultura anticiclónica.
“El antes” es tanto o más intenso que “el durante” y “el después”, por los preparativos, las alertas, las transmisiones en vivo y la coordinación de todas las instancias, públicas y privadas de todos los ámbitos. Es una gran articulación. Un esfuerzo descomunal. Se toman decisiones muy relevantes, que suspenden o semiparalizan las rutinas cotidianas. Lo más importante, al fin y al cabo, es leer o escuchar las autoridades: “tenemos saldo blanco”. Es la meta.
¿Se ha tomado el peso de una amenaza de tal magnitud? En aquella suspensión o parálisis de actividades se afecta todo o casi todo: escuelas, deportes, cruces, tours, empleos, salidas de camiones, vuelos o comercios.
Los perjuicios son incontables. Una familia que vive de la venta diaria o de la propina no la pasa bien, ni antes ni durante ni después, independiente del golpe de la naturaleza. Sea tormenta o huracán, el daño llega antes. Los turistas prepararon meses antes sus vacaciones y se encuentran con restricciones: muchos terminan en albergues. En fin, los daños son múltiples.
Por ello es tan importante que esa articulación de las autoridades y de todos los actores funcione desde la prevención, para mitigar los estragos. La orientación es tan indispensable como los apoyos que llegan para quienes más lo necesitan cuando pasa la alerta. La frase de la gobernadora Mara Lezama: “No están solos” tranquiliza a miles de familias, sobre todo, a quienes viven en situación de vulnerabilidad.
Un aspecto para destacar en estos tiempos, cuando se comparan con otros: la coordinación de los gobiernos estatal y municipales fluye sin mayores obstáculos. Durante las contingencias ha quedado demostrada dicha capacidad. Se constata en el territorio y en el escritorio.
Es imposible no vivir en “alerta permanente” en Quintana Roo y en toda la Península de Yucatán. Es un reto de la naturaleza. Por lo mismo, las medidas preventivas deben ser, siempre, el mejor escudo frente al embate. La experiencia que brinda cada episodio sirve a la postre para corregir, perfeccionar y sumar acciones para un mejor blindaje.
No es un juego. Afrontar con temple de acero.

(OPINIÓN PUBLICADA EN NOVEDADES.
MIÉRCOLES 25 DE SEPTIEMBRE DE 2024).