La sucesión 2022

Hugo Martoccia|Mesa Chica

La fotografía que acompaña esta columna fue tomada el día del informe legislativo que dieron en Cancún los diputados federales de MORENA, Mildred Ávila y Jesús Pool. En el mundo de la política, donde las casualidades son remotas, una fotografía así dice mucho más que mil palabras, según reza la famosa frase.

Allí posan, juntos y sonrientes, aliados y adversarios políticos de diversos partidos y corrientes. Allí se ve un grupo heterogéneo de actores políticos que podrán ir juntos o separados en esa lucha, pero que han decidido ir siempre por un camino que podría llamarse “institucional”.

Habrá guerras internas, peleas, y hasta golpes bajos entre ellos, pero todo dentro del marco de los “valores entendidos” de la política quintanarroense.

Allí están el gobernador Carlos Joaquín, del PAN-PRD; la dirigente nacional de MORENA, Yeidckol Polevnsky, Laura Fernández, del Verde; Mara Lezama, Jesús Pool y Mildred Ávila, de MORENA.

Y en esa reunión también estuvieron, aunque no llegaron a la foto, los morenos Luis Alegre y José Luis Pech, y el priísta Pedro Joaquín Delbouis. Esa multitud de políticos supuestamente heterogénea no debe confundir, sino todo el contrario; esa diversidad fue justamente la señal que se quiso dar. Todos ellos lanzaron el mensaje inconfundible de que habrá acuerdos básicos de convivencia política en las próximas contiendas electorales.

Lo que no se ve en esa fotografía, y es parte de su mensaje fundamental, son aquellos quienes han decidido reemplazar, en esa batalla electoral, la categoría del adversario por la del enemigo político.

En ese lugar aparece, casi solitaria, la senadora Marybel Villegas, que ha tomado la arriesgada decisión de ir contra todos en todos los frentes. A ella se le suman algunos actores del Congreso, y un sector del morenismo local que se mueve bajo sus órdenes.

No hubo una fotografía específica de ese bloque, pero quizá ese espacio lo ocupó la felicitación que desde la cárcel Roberto Borge le mandó a Edgar Gasca por votar en contra de la reestructuración de la deuda estatal.

Así se ha dividido la lucha por la sucesión. En esos dos extremos de la política se dará la batalla en la elección de 2021, y en la sucesión gubernamental de 2022.

La división no será entre la maquinaria electoral de MORENA (léase Andrés Manuel López Obrador) versus el oficialismo y sus aliados. Es entre dos grupos antagónicos que tienen, entre otras cosas, dos formas muy diferentes de ver la política. Pero que se cruzan y entrelazan en varios espacios políticos.

LA INSTITUCIONALIDAD

Hay que poner el contexto de lo que fue aquella reunión para comprender a fondo lo que esto significa. El informe de los legisladores de MORENA se dio apenas días después de que el propio Carlos Joaquín asumiera de manera formal el control del PAN, cuando participó de la toma de protesta de la nueva dirigencia de partido, y los arengó a salir a la calle a recuperar los votos perdidos.

Pudiera decirse que el propio gobernador dio la campana de largada de la extensa campaña electoral que inicia este año y culminará en junio de 2022, e incluso marcó, en un imaginario tablero de ajedrez, cuáles serán las fichas blancas y cuales las negras.

En ese contexto, la fotografía entre esos actores políticos no fue inocente ni fue un error; fotos similares fueron divulgadas ampliamente, en las últimas semanas, por los equipos de comunicación de los políticos allí involucrados. La idea es mostrar que ese sector de la política puede tener visiones diferentes, y provenir de partidos diversos, pero que hará una política “civilizada”.

En esa reunión en particular, se juntaron algunos nombres que no necesariamente caminen juntos este camino, pero quieren dar la imagen de unidad en la diversidad.

LOS LÍMITES

Fue la dirigente nacional de MORENA, Yeidckol Polevnsky, la que puso en palabras lo que dice la fotografía.

“A los ruidosos, déjenlos ahí”, dijo en un momento de su discurso en el evento, en una referencia obvia a Marybel Villegas.

“Gobernador, gracias por todo el apoyo a nuestro Presidente, a nuestros diputados y a nuestros presidentes municipales. Nosotros también trabajaremos contigo para que todo sea para el bien de Quintana Roo”, dijo en otra parte de su discurso.

Esas palabras no fueron en vano; horas más tarde culminarían en un acuerdo político trascendente. Allí se acordó la destitución de Edgar Gasca de la coordinación de MORENA en el Congreso y de la presidencia de la Jucopo. El acuerdo incluyó a Carlos Joaquín y a Yeidckol Polevnsky, y, de una u otra forma, a todos los actores políticos allí reunidos.

Hay allí la certeza de un acuerdo y de consensos básicos.

LA CONFRONTACIÓN

Digamos, entonces, que la otra certeza es que Marybel ha decidido el camino de la confrontación, y que eso la ha arrojado a un espacio específico de la política local. La pregunta en ese punto sería ¿Hasta donde estirará la liga el marybelismo? La respuesta es que lo hará, incluso, hasta que se rompa.

Un ejemplo pudo verse en estos días con el tema de la exención impositiva a casinos. En el Congreso y en el Ejecutivo están convencidos que el tema fue filtrado a los medios por Chanito Toledo Medina y Edgar Gasca, que se mueven bajo la órbita de Marybel.

Si bien la inclusión de ese artículo tiene todas las señales de haber sido un formidable error, lo cierto es que el escándalo mediático a su alrededor empezó defendiendo la legalidad y la transparencia, y terminó atacando a Reyna Durán como presidenta de la Jucopo. Fue demasiado evidente la mano del marybelismo, que teme quedarse sin ningún funcionario dentro de Congreso.

LOS CAMINOS

Debe decirse, sin embargo, que ninguna de las dos posturas, los institucionales y los confrontativos, parece ser muy consistente, al menos hasta ahora.

¿Hasta dónde la cordialidad política entre actores que deberían ser diferentes entre sí, no es apenas la máscara de acuerdos inconfesables? ¿Hasta dónde la apuesta combativa de Marybel no es apenas la máscara de sus verdaderos patrones políticos, fuertemente ligados al borgismo residual?

Ambos grupos, además, tienen paradójicamente un objetivo común, y ese objetivo son los votos del lopezobradorismo. Hasta hoy, nadie puede ganar una elección en Quintana Roo sin que al menos una parte de esos votos se le sumen. O sea, los dos bloques necesitarán de la maquinaria lopezobradorista para ganar las elecciones.

Por eso la lucha no es MORENA y el lopezobradorismo versus el oficialismo, sino que se trata de un armado transversal que buscará aprovechar el envión de los votos del Presidente, para incluir en ese menú los intereses de sectores que, incluso bajo las siglas de MORENA, podrían no tener nada que ver con el proyecto de la 4T.

Los nombres en danza hoy garantizan el continuismo de lo actual o el regreso del borgismo. Pudiera darse la paradoja de que los votos de AMLO sirvan para darle el golpe terminal al morenismo quintanarroense.

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