
Marcelo Salinas | En órbita 👉🏾 En Quintana Roo se sabe qué hacer después de un huracán. Es amplia la cultura de las autoridades y de la ciudadanía en torno a los fenómenos hidrometeorológicos, porque son años encarando los embates de la temporada que inicia en junio y concluye en noviembre para el Atlántico.
El recuento de daños suele ser extenso y preciso a la vez. Tras la emergencia se verán las brigadas de limpieza para recoger lo que el viento se llevó y reparar los daños generales ocasionados por el huracán “Beryl”, que tocó tierra en Quintana Roo. Personal de instituciones públicas y privadas ponen manos a la obra para el registro de afectaciones.
Este artículo fue entregado a Redacción cuando apenas comenzaban la lluvia y el viento. Era, por lo tanto, inevitable suponer las condiciones, aunque la extensa experiencia de todos frente a tormentas y huracanes permite anticipar con certeza qué etapa sigue desde ahora. Fueron también inevitables los recuerdos de otros huracanes que golpearon nuestro territorio con dureza: “Wilma”, “Dean”, “Delta” y tantos más en 20 años.
Antes, durante y después se viven momentos tensos, sobre todo en aquellas zonas con alta vulnerabilidad. Por el área de impacto era imposible no pensar en la zona maya de Tulum, en Los Chunes de Carrillo Puerto, en las comunidades rurales de Bacalar, en los poblados de José María Morelos y hasta en la Ribera del Río Hondo.
Las familias de toda esa región sufren más. Sin duda. Aun con la “costumbre” que significa habitar un estado expuesto a los meteoros, el poder de la naturaleza se siente cuando las viviendas son frágiles, los caminos inaccesibles o los servicios funcionan a medias.
Esas familias son las que necesitarán apoyo sin demora. No hay mañana para miles de personas en condición de pobreza o de alta vulnerabilidad. Todo el aparato del estado deberá volcarse en ayuda de quienes más lo necesitan. La frase política «por el bien de todos, primero los pobres”, cobra vigencia con tremendo eco en estos episodios de la vida.
La organización en torno al reto fue notable y, el compromiso de todos, es un hecho. Autoridades, instituciones privadas, el sector hotelero, los náuticos y la misma sociedad demostraron su preparación. Y la preparación pasó por sesiones, alertas, mesas de trabajo, desazolve, fumigación, apertura de albergues, entre otras múltiples acciones que invitaron a conservar la calma y evitar el pánico.
Se dieron pasos fundamentales en la previa. Falta esperar cómo nos trató la naturaleza.