
Marcelo Salinas | En órbita 👉🏾 La sombra del abstencionismo se pasea nuevamente. Está en la mente de los árbitros electorales y de protagonistas del proceso 2024. ¿Puede ganar el “gran rival” en los comicios más importantes de la historia nacional? El “éxito” se fija en más del 60% de participación (40% de abstencionismo); sin embargo, en últimas fechas no pocos calculan que podría ser más cercano al 50%. ¿Si vota sólo la mitad del electorado es un fracaso? Para discutirlo llegado el momento.
La duda reactiva un planteamiento recurrente: ¿Por qué hay tanto abstencionismo? Un estudio reciente de la Estrategia Nacional de Educación Cívica del INE 2024-2026 identificó a quienes votan menos: hombres entre los 20 y 29 años, que viven en comunidades urbanas ubicadas en el noroeste del país, con escolaridad media o media superior.
Este mexicano, advierte el trabajo, “tiene poca confianza en que el voto es libre y secreto; considera que los gobiernos y partidos utilizan recursos públicos para ganar votos; que es extendida la costumbre de compra de votos el día de la jornada electoral, y que las personas con poder económico compran las elecciones”.
En efecto, una de las principales razones es la desconfianza en el sistema. A lo anterior se suma un desinterés y una apatía generalizada, donde una parte de la población cree que su voto no hará una diferencia significativa. En paralelo se habla de que, aquellas encuestas que dan a una favorita para el caso de la presidencia de la república, también pudieran desalentar la participación.
Factores socioeconómicos también juegan un papel importante: la pobreza y la falta de educación pueden disuadir. Además, están las barreras logísticas que dificultan el acceso a las urnas. Otro, sin duda, es la violencia. Son decenas de personas víctimas durante el actual proceso. En Quintana Roo son dos casos que se suman al total del país. Es un cúmulo de factores.
El abstencionismo pone en duda la legitimidad de los resultados. Nadie olvida, en el estado, el bajísimo 22% de participación en la elección de 2019 para renovar la legislatura local. Además, la baja participación puede llevar a un debilitamiento de la representación: cuando una gran parte no participa los representantes elegidos pueden no reflejar la verdadera voluntad popular.
El abstencionismo representa un desafío vigente, pese a los esfuerzos por motivar, fortalecer la seguridad y mantener la expectativa de que no siempre hay ganadores seguros.
(OPINIÓN PUBLICADA EN NOVEDADES.
MIÉRCOLES 22 DE MAYO DE 2024).